martes, 24 de febrero de 2009

La Asamblea de las Mujeres

Datos
La Asamblea de las Mujeres
Formato:Word
Autor: Aristófanes

Obra: Libre de montaje

Lee un poco de la obra

dos casas. Praxágoras sale de la suya disfrazada de hombre con una lámpara en la mano.

PRAXÁGORA.-(Parodiando ciertos prólogos trágicos.) ¡Oh lámpara preciosa de reluciente ojo que tan bien iluminas los objetos visibles! Vamos a decir tu nacimiento y tu oficio; labrada sobre el ágil torno del alfarero tus brillantes narices rebrillan como soles. Lanza con tus llamas las señales convenidas...

Tú eres la única confidente de nuestros secretos, y lo eres con motivo, pues cuando en nuestros dormitorios en­sayamos las diferentes posturas del amor, tú sola nos asistes y nadie te rechaza como testigo de sus voluptuosos movi­mientos. Tú sola, al abrasar su vegetación feraz, iluminas nuestros recónditos encantos. Tú sola nos acompañas cuan­do furtivamente penetramos en las despensas llenas de bá­quicos néctares y sazonadas frutas; y, aunque cómplice de nuestros deleites, jamás se los revelas a la vecindad. Justo es, por tanto, que conozcas también los actuales proyectos aprobados por las mujeres, mis amigas, en las fiestas de los esciros. Pero ninguna de las que deben acudir se presenta; ya empieza a clarear el día y de un momento a 'otro dará principio la Asamblea. Es necesario apoderarnos de nuestros puestos, que, como ya recordaréis, dijo el otro día Firómaco, deben ser los otros, y una vez sentadas, mantenernos ocul­tas. ¿Qué les ocurrirá? ¿Quizá no habrán podido ponerse los barbas postizas, como quedó acordado? ¿Les será difícil apo­derarse de los trajes de sus maridos?-¡Ah! Allí veo una luz que se aproxima. Voy a retirarme un poco, no sea un hombre.

MUJER PRIMERA.-Ye es hora da ponerse an marcha; cuando salíamos de cese, al heraldo he cantado por segunda vez.

PRAXÁGORA.-Y yo me he pasado toda le noche en vale esperándoos. Paro ... un momento; voy e llamar e esta veci­na arañando suavemente su puerta, porque as preciso que su marido no nota nada.

MUJER SEGUNDA.-Ye ha oído, el ponerme los zapatos, el ruido da tus dedos, pues no estaba dormida; mí marido, querida, as un marinero da Salamina; me he estado ata­cando toda le noche bajo les sábanas; hasta ahora no he podido cogerle esta manto que vas.

MUJER PRIMERA.-¡Ah! Ahí veo e Clináreta y Sóstrata, que vienen con su vecina ...

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La Asamblea de las Mujeres


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